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domingo, 5 de febrero de 2012

Escalones

En el momento del descanso del cuerpo, es muy natural que afloren sentimientos y pensamientos. Podemos reconocer fácilmente este hecho al irnos a dormir. Aunque no hagamos un resumen pormenorizado, surgen en ese instante antes del sueño hechos del día agradables o conflictivos que de alguna manera agendamos como cosas cumplidas o pendientes.
Uttanasana - MMD Fotografía

Ayer sobre el mat en Savasana, al final de la clase, me sentí agradecida hacia mi actual guía en el Hatha Yoga. Nora, que con su gran confianza y respeto hacia las posibilidades de los alumnos, apenas la conocí me habilitó un nuevo nivel de práctica -una especie de otro mundo-.

Tras dos días seguidos de clase, con cierto esfuerzo físico adicional y una pequeña autoexigencia, me di cuenta que otro escalón se había alisado. Siempre que naturalmente paso un límite, siento como cuando vas en la escalera mecánica y el escalón deja de tener altura y se pliega para que podamos salir.

De un modo suave y espontáneo algo se revela, se revela sin haberlo buscado. Es ley en todos los procesos de conciencia. Sin embargo, desde pequeños, somos enseñados a comandar los procesos desde la mente buscando anotarnos el poroto que corresponde a cada paso hasta lograr la meta prefijada.

Como el Yoga se produce en cualquiera que sea nuestra situación actual, los porotos que nos anotamos hoy pueden no tener nada que ver con los que nos anotemos mañana. Pero si vivimos cada instancia sin violentarla, sin forzarla a que ocurra de acuerdo con los dictados de nuestra mente, nos sorprenderemos más de una vez de lo que descubrimos.

El trabajo sobre el cuerpo es sumamente concreto. Por eso cuando uno hace conciencia de algo, la prueba es física. Si nos sacaran una foto de los distintos momentos en el proceso de trabajo sobre una Asana se verían claramente las diferencias. Algo que hace 6 meses no podíamos hacer, luego de que se produzcan ciertos clicks en nuestra conciencia un día lo hacemos. 

No es un proceso lineal, las asanas van trabajando en forma complementaria. Y en la repetición, es decir en el tiempo circular, van activando y despertando las partes dormidas de nuestro cuerpo. A estas partes dormidas se les llama también bloqueos energéticos, que se manifiestan en nuestro cuerpo porque "cortamos" las conexiones neuromusculares. Es decir, que por estrés, traumas, mala postura se desconecta la relación entre nuestro cerebro y las terminaciones nerviosas y dejamos de tener sensibilidad en ciertas partes del cuerpo.

En una foto mía haciendo Paschimottanasana hace 6 meses, se hubiera visto que mi cadera no se podía plegar lo suficiente para que mi panza se encontrara con mis cuádriceps. Básicamente, no podía sentir cómo meterme más en mi cadera. Digamos que la causa era que podía conectar pobremente mis abdominales bajos y mi psoas, no tenía conciencia de ellos como para activar un movimiento profundo. De a poco, no sólo con la repetición de este asana si no de muchas otras que favorecen la activación de los músculos inguinales, pude irme plegando más.

Cuando descubrí que había mejorado mi capacidad de plegarme en la cadera, que se alargaron más mis isquiotibiales y que se fortalecieron mis cuádriceps, me sentí preparada para Ekapadangustasana ¿cómo lo percibí? Podía sentir que tenía conciencia de una fuerza que iba en dirección del psoas hacia los isquiones.

"Ver" esa fuerza fue ver la imagen de la postura de mano a pie. El lunes me di cuenta y el martes ya la estaba probando ¡qué placer! h
acer lo que se puede hacer en el tiempo adecuado del proceso, ni antes, ni después ¡es tan simple!

Sin la mente egoica, tomando decisiones desde escalones que no existen, las posibilidades actuales de nuestro cuerpo se tornan evidentes. Cero violencia. En plena conexión con el presente, somos la manifestación viva de la Naturaleza.

Silvina Giannotta - Copyright 2011-2015