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domingo, 29 de enero de 2012

Acerca de Dhyana (Meditación)

Dhyani Mudra- Foto: MMD Fotografía
Estoy escribiendo y a mi izquierda tengo una preciosa estatuita dorada de Buda que me regaló mi papá. Lo tengo rodeado de una frondosidad en mi rincón de macetas. Es pequeño. Por eso, cariñosamente le llamo "budín", como lo hace mi amiga Lorena.
La imagen del Buda sentado es, sin dudas, sinónimo de Meditación. "Meditación" a muchos nos ha significado más una actividad, que la representación de un estado del ser.

Como suele ocurrir en Babel, estamos llenos de ideas erróneas respecto de los significados de las palabras que grafican cosas del espíritu. Esto sucede porque se habla de ellas aún sin haber experimentado a lo que se refieren. Lo que aún genera más confusión.
Mirar los Budas que tengo en diferentes lugares de la casa me da paz y me recuerda que ese estado de paz lo encuentro dentro mío.

Algunos maestros sugieren la meditación sentada como práctica, como una manera de llamar al Intento. Es decir, no hemos experimentado el estado meditativo pero sentándonos creamos las condiciones para hacerlo. Empezamos, por así decir, limpiando la casa.

Personalmente, hace muchos años, lo hice por más de tres meses todos los días al levantarme. A pesar de que no le encontraba el gusto, me otorgó cierto espacio mental. El hecho de concentrarme en contar las respiraciones completas era un modo de no irme detrás de cada pensamiento que pasaba por la cabeza, distraerme con algún sonido o molestarme con alguna mosca que se empeñaba en merodear sobre mi cuerpo. Esa sería la fase de la Meditación como actividad. 

La Meditación como estado del ser llega, en palabras de Godfrey Devereux como llega el sueño sin forzarlo. Mark Whitwell dice que es algo que surge, que florece desde tu interior. Creo que la Meditación, como cualquier otro proceso que requiera una maduración propia de conciencia, sucede espontáneamente, naturalmente y sin esfuerzo.  Como un escalón que se revela y no como un objetivo que se alcanza.
Y esto por qué es. Porque desde donde estamos, sin la experiencia, no podemos abarcarla. Sabemos, por otros que lo relatan, que existe algo que se llama estado de meditación y esa idea funciona como dirección, como faro hasta que tengamos la vivencia.

Por otro lado, cuando escuchamos o leemos determinadas experiencias contadas por quienes también las han tenido ellos se convierten en el espejo en que nos reconocemos. Cuando lo escuché a Mark Whitwell describir la Meditación, las imágenes que uso eran muy similares  a las que yo había utilizado para describir en mi cuaderno una experiencia que había tenido a principios del año.
Luego de una clase de Yoga, habitualmente terminamos en Padmasana. Suelo quedarme por un rato en ese asana porque después de la práctica me resulta natural y reconfortante un momento de recogimiento. Con el cuerpo estirado, las articulaciones lubricadas y los músculos relajados, es más placentero estar sentada y quieta. Es el momento en que para mí tiene sentido meditar.

Pero ese día, una hermosa tarde de verano, sentada en Padmasana estaba en equilibrio perfecto. Mi cuerpo y mi mente se encontraban en un punto, sin deseos contrapuestos, sólo estaban presentes. Permanecí así por un largo rato, con suma paz, sin deseos, sin sobresaltos emocionales. 

En el centro de estar-ser, se hacía evidente que el cuerpo es sólo la casa que habitamos para vivir las experiencias terrenales. No sabía cómo había sucedido, pero ahí estaba Yo como una flor de loto que crece por sobre el barro y resplandeciente. Así, en ese estado, podía quedarme por siempre. No molestaban ni el cuerpo, ni la mente. No había y, a la vez, había adentro y afuera: mi serena alegría, la brisa con olor a plantas, la música de mantras, los profes charlando a lo lejos. Todo era presente, todo era yo.

Como es natural, ese presente mutó. Finalmente, me levanté y me fui a cambiar al vestuario como es habitual. Pero ese día, experimenté, conocí y comprendí lo que significaba meditar. Se me hizo evidente que no era algo que podía buscar o provocar. Si no disfrutarlo como un regalo, como algo que sucede en el concierto de los ciclos. Bien dice el dicho que por mucho madrugar, no amanece más temprano.

Silvina Giannotta - Copyright 2011-2015

domingo, 22 de enero de 2012

Palabras sagradas

Camino a comprar nuestro almuerzo con mis compañeros de oficina, pasamos por el Banco Central en cuyo frente reza que su misión es preservar el valor de la moneda.

Así la charla derivó a Misión, Visión y Valores -conceptos claves de la planificación estratégica organizacional-. Uno de mis compañeros dijo que Misión, Visión y Valores terminan siendo en su mayoría "un gran verso" sólo válido para Peter Drucker. Lo que de algún modo quería decir él, es que en la práctica estos conceptos difícilmente se llevan a cabo y con ello sus enunciados carecen de significado. Algo que sí tenía para quien los formuló.

Maurice Nicoll -en Comentarios Psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II- dice que vivimos en un mundo de significados. Es decir que el valor de la palabra no está dado por la palabra misma, si no por lo que ella significa para nosotros y yo agregaría que el valor está dado por nuestra experiencia. Por eso mi compañero que tenía una mala experiencia acerca de Misión, Visión y Valores decía que eran un gran verso, es decir, no había podido corroborar la verdad de esa palabra en los hechos. 

Triángulo de la Fuente - Silvina Giannotta- Copyright 2012
Hace poco tiempo tuve por primera vez un atisbo del significado de "la Fuente", como una manera más de referirse a la Energía Cósmica o a lo que la mayoría llama "Dios". Es decir, el Absoluto de donde nace toda la Creación y del que somos parte.

La misma palabra "fuente" en una de sus acepciones en el diccionario, se refiere a: aquello de lo que fluye con abundancia un líquido. Entonces, se asocian inmediatamente a la palabra "fuente", otras dos "fluir" y "abundancia" que potencian el significado central.

Siempre que estemos conectados con la Fuente, necesariamente habrá Fluidez y Abundancia. Hermoso percibirnos en ese estado donde nos sentimos con una capacidad creativa inagotable. No nos resulta habitual en este mundo predatorio, sin embargo la creatividad está siempre disponible.

Con la experiencia del significado real, la palabra se vuelve práctica, tiene cuerpo y consistencia. El recuerdo emocional que me quedó de percibir "la Fuente" está accesible para mí siempre que lo desee. Lo describo como la comprensión total de que puedo crear con fluidez a través de los cambios y que en ello reside la abundancia. 

Siempre hay un truco escondido en una palabra. Cuando pensamos en "abundancia" habitualmente es abundancia de mucho de lo que creemos bueno y nada de lo que creemos malo. De esa manera, quitamos un lado del triángulo de "la Fuente" y no permitimos que "fluya". Hay un juicio de valor que hacemos con nuestra mente y este juicio detiene nuevas posibilidades o bien nuevas experiencias sobre viejos conceptos. Ergo la mente crea escasez, que funciona como opuesto de abundancia. 

Para que esto no suceda hay que aceptar que la abundancia es de mucho diferente. Sin aferrarnos a ultranza ni a lo que la mente juzga como bueno o como malo, permitimos que la Fuente nos entregue aquello que es adecuado para cada momento. Siendo más sencillo transitar los momentos difíciles, ya que nuestras emociones no pesan tanto sobre los platillos de la balanza.

-Mmmm, dirán los escépticos ¿no es esa una actitud  muy pasiva? Para nada. La actividad reside en el uso del Libre Albedrío como si fuera un dial, sea lo que fuere que está ocurriendo yo podré elegir cómo responder a ello. 

Aquellos que hayan pasado por experiencias similares, comprenderán de qué estoy hablando  porque estaremos compartiendo una experiencia y no una convención de significado. Algo, que diferencia claramente el sabor de la palabra sagrada.

Silvina Giannotta - Copyright 2011-2015

domingo, 15 de enero de 2012

Acerca de Aparigraha (Generosidad)

En estos días en que Saturno me hizo reparar por supervivencia en alguno de sus dones, reflexionar sobre la generosidad fue una consecuencia inmediata. Digo esto porque -al ser Saturno regente en el ámbito de los límites- el dar encuentra en su auspicio un buen aliado, tanto si este planeta actúa de forma benéfica como aleccionadora.

Postura de la medialuna (foto: MMD Fotografia)
Según Godfrey Devereux "Aparigraha" significa: "dejar ser sin poseer" que sería la versión positiva de no ser codicioso, como reza la tradicional. 

No somos codiciosos cuando en lugar de aferrarnos a las situaciones y las cosas las dejamos a su propio fluir sin juicios de valor. Y acá surja tal vez un problemilla de interpretación ¿de qué hablamos cuando hablamos de "dejar fluir"? Como otro de los tantos prejuicios acerca del Yoga o de las disciplinas espirituales en general, la fluidez se asocia con que todo te importa un comino. Bueno, fluir no es exactamente eso... 

En el camino de la autoconciencia estamos en ese punto intermedio entre estar atentos, pero sin ejercer control obsesivo. Muy distinto a dejar que todo siga un cauce ininterrumpido sin rumbo definido que es a lo que apunta el prejuicio. Es la diferencia entre que la vida te lleve o acompañar la vida. O sea ¡un mundo de distancia!

Cuando acompañamos la vida (Brahmacharya), se hace evidente qué es lo que hace falta en una situación. Hay un dar consciente. Y es consciente porque en él participan los otros principios de Yama. 

Uno indaga sensiblemente qué hace falta: con el cuerpo lo siente, explora sus emociones, baraja posibilidades con el pensamiento y se pone en acción. La acción es responsable en cuanto que aceptaremos, y en eso radica el fluir, lo que resulte de ello. Simplemente, porque en nuestro día a día hacemos lo mejor que podemos hacer con la comprensión dada. La vida es un ciclo infinito de acciones que generan nuevas acciones.

Cuando dejamos fluir no nos apegamos a nuestras acciones ni a los resultados, las consideramos parte del proceso en el que estamos inmersos. Ser responsable, cualidad de Saturno, no significa ser serio al punto de ser amargo. Es sólo -que no es poco- aceptar lo que es, sin juicio de valor y actuar en consecuencia.

La Generosidad se demuestra en la acción dentro del límite de la necesidad. Para un padre es muy claro ésto cuando a un niño de 2 años le compra una zapatilla y a uno de 5 una bici. En el mat se traduce en chequear nuestras posibilidades físicas ¿para qué estoy preparada? ¿tengo la musculatura fuerte y el esqueleto estable para hacer la Postura de la Luna sin apoyos? ¿o aún me falta estabilidad y comodidad y estoy afectando mi concentración? O por el contrario, estoy super cómoda y estable usando un apoyo y no me atrevo a soltarlo.

Es economía de recursos hacer lo que hace falta, porque ello naturalmente nos llevará al siguiente escalón de posibilidades. La paciencia, la perseverancia, el orden son también dones de Saturno y los precisamos a la hora de explorar nuestras capacidades actuales.

Así el concepto social de generosidad se reformula siendo no siempre mucho, lo adecuado o esperable. De esta manera Aparigraha nos invita a trabajar con nuestros límites,  dándonos la posibilidad de expandirlos de un modo que en apariencia no es evidente. 

La inevitable paradoja de los opuestos que se resuelven en un tercero que los abarca, a través del Yoga.


Silvina Giannotta - Copyright 2011-2015

domingo, 1 de enero de 2012

Acerca de Brahmacharya (Presencia)

Si hablamos de estar presentes, naturalmente ello se contrapone a estar ausentes. Estamos presentes cuando en un momento determinado participamos en cuerpo y consciencia, sin que medie ninguna escisión. Cuando hay escisión hay cierto grado de ausencia.

Últimamente me daba cuenta de mi falta de presencia en el trabajo, porque no podía concentrarme en una tarea y encontraba distracciones en internet. Al observar esta conducta reiterada, pude percibir que no había motivación en lo que estaba haciendo y que lo rechazaba. Por lo tanto, mi atención huía en búsqueda de una motivación. La falta de Presencia era un síntoma de desconexión con la vida, con lo que en verdad estaba pasando.

Inevitablemente, descubrir que nos ausentamos de lo que está sucediendo implica un rechazo de la realidad. Considerando como "realidad" tanto a nuestro estado interno, como el entorno en el que nos hallamos. 

Cuando se manifiesta el rechazo, es siempre como movimientos contrapuestos. Cuando queremos huir de nuestra realidad interna, naturalmente nos volcamos más hacia afuera en busca de estímulos externos: ir de compras, espectáculos, sexo (movimiento centrífugo). Cuando queremos huir de nuestra realidad externa, por el contrario nos volcamos hacia adentro en busca de estímulo: dormir, elucubraciones mentales, drogas, alcohol (movimiento centrípeto).

Hay diferentes grados de Presencia, pero siempre están caracterizados por un sentimiento de totalidad, de integración, de unidad, de equilibrio. Godfrey Devereux define el significado de Brahmacharya como "andar con la creatividad de la vida", lo que implica acompañar un movimiento que nace tanto de nuestro interior como de las situaciones que nos proporciona el entorno.

Por eso resulta tan evidente cuando no estamos presentes, porque hay una manifiesta divergencia. Nos sentimos tironeados, por fuerzas claramente opuestas y esa misma resistencia nos estanca y perpetua el sufrimiento. 

Por el contrario, cuando estamos realmente presentes aceptamos lo que viene sin transarnos en una lucha sin cuartel. Utilizando un proceso que Chogyam Trungpa denomina "magnetizar" aceptamos lo que viene, lo exploramos, lo soltamos y seguimos adelante.  De esta manera, entonces, quedamos de nuevo a disposición de la inagotable creatividad de la vida.

Silvina Giannotta - Copyright 2011-2015