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domingo, 17 de marzo de 2013

Acerca de Dharana (Concentración)

 Estoy sentada en Padmasana, acomodo mis isquiones bien estables en el bolster. Mis ojos están cerrados. Huelo el residuo del sahumerio ya apagado; oigo el murmullo afuera del salón; tal vez el sonido de la puerta por alguien que llega retrasado. Luego, todo se aquieta.
Ajna Chakra
Copyright 2013 - Silvina Giannotta

Dice Darío: -Estamos en la clase de yoga. Nos metemos en el cuerpo y dejamos los roles que actuamos hasta este momento.


Adentro mío aún se agitan frases de lo vivido en el día laboral, sentimientos, cierta ansiedad por lo que dejé de hacer y haré más tarde. Pero la voz del instructor me trae de vuelta al presente que es mi cuerpo sentado en Padmasana en el bolster, las piernas cruzadas en contacto con la goma del mat.

Se suceden los ejercicios de movimiento del cuello y mi respiración, que los va acompañando, es como un reloj que va bajando su velocidad. Poco a poco no queda en mi mente, nada de antes ni de después.

La felicidad de mover el cuerpo es un masaje a mi vapuleada anatomía física y mental. En el Saludo al Sol me estiro en Adho Muka Svanasana, percibo mis músculos y la fuerza de mis dedos que son capaces de darle mayor profundidad a la postura. Hay sabor a hogar. Me habito a mi misma plenamente en el crepúsculo, el momento del día que para mí es puente entre mi vida social y mi vida espiritual.

Esta hora y cuarto de clase, cambia mi percepción del tiempo cotidiano y lo expande a límites insospechados. Mucho de lo que es pasado por alto en el día ahora es primordial: la respiración, el calor del cuerpo, la sangre -que se acumula en la cabeza en las posturas invertidas-. La vitalidad se potencia por el movimiento dirigido concientemente y estoy con los cinco sentidos a disposición.

Si bien estoy practicando con mis compañeros y  con la guía del profesor estoy absorta, enfocada en mi tarea. Escucho atentamente las indicaciones para el armado de las posturas, observo mi cuerpo, me muevo hasta encontrar comodidad y estabilidad, luego respiro para relajar lo que encuentro tenso.

Soy lo que hay en ese espacio-tiempo, nada más y ¡qué bueno es reconocerlo! Al fin hacer las paces con uno, soltar las expectativas previas como hojas de otoño. Quedar desnudos ante nosotros mismos y livianos, después de esta ducha de Hatha Yoga.

Otra vez en Padmasana, luego del merecido descanso en Savasana, el cuerpo naturalmente se relaja en la postura del Buda. Las manos en Atmanjali mudra, reflejan el equilibrio interior que siento en mi corazón. Es el momento de recogimiento.

Como una serpiente la música del mantra va subiendo entre los huecos de mis piernas y mis brazos. Govindamadi-purusham tam aham bhajami. No sé qué significa literalmente, pero junto con el sonido de la flauta siento que me estiro más y más aún estando sentada. 

Una alegría que surge del cuerpo y contagia al espíritu sin desbordarse, me acuna. Me siento más completa. Namasté, la clase de yoga ha concluído.

Silvina Giannotta- Copyright 2012-2015