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domingo, 4 de diciembre de 2011

Sobre los Yamas

Tanto se ha dicho y se dice de los Yamas. Personalmente, me ha servido de guía el abordaje que hace de ellos el profesor de yoga británico Godfrey Devereux. En su sitio web dice: "Yama no es un código moral arbitrario, no es otra tiranía ética: es la esencia del yoga, la vida y la conciencia." 

Esto significa que los Yamas no son otros Diez Mandamientos, es decir algo a lo cual debemos obedecer so pena del castigo de Yahvé. Más bien son guías que nos sirven de referencia para la autoobservación y el accionar en la vida cotidiana.

El ejercicio de la autoobservación, implica organizar el caos interno de nuestra mente. Ahora, uno puede utilizar diferentes puntos de referencia para alcanzar ese orden. No está de más decir que dada la naturaleza fluída de nuestra psicología, vivimos en un interminable proceso de caos y orden que se retroalimentan. En la cosmología india el caos es la energía multifacética de Shakti y el orden es la estructura de Shiva.

En medio de la permanente impermanencia, no todos los elementos gozan de la misma jerarquía en un momento dado. Digamos que cuando estamos trabajando, ciertos elementos de nuestra psicología se ponen en juego para relacionarnos con ese entorno, diferentes en calidad o profundidad a los que utilizamos cuando estamos en el mat, en nuestras relaciones de pareja, familiares o amistad. 

Debido a que fuimos educados con la noción de un tiempo lineal e independiente en lugar de un fenómeno circular e interdependiente, gozamos de escasa habilidad para lidiar con las mutaciones del tiempo. Tener una especie de mapa fijo en la cabeza, resulta muy útil a la hora de ganar conciencia de nosotros mismos. 

Los Yamas pueden ser ese mapa: Ahimsa (sensibilidad), Sathya (honestidad), Asteya (apertura), Brahmacharya (presencia), Aparigraha (generosidad). Utilizo la traducción de Godfrey Devereux porque la considero actualizada a la necesidad de nuestra época, donde la libertad y consciencia individual son más importantes que un código de conducta represivo y masificador. 

No importa que por las características de nuestro aparato intelectual, desechemos ad hoc, barajar varias respuestas posibles para un momento dado. Lo cierto es que si trabajamos con el Yama más relevante para la situación, podremos profundizar en ella, conocerla más y en consecuencia realizar cambios a partir de ese aspecto. 

Aunque sepamos, más o menos conscientemente, que vivimos en una gran sopa de causas y efectos en la cual nuestra influencia es ínfima, el objeto de utilizar los Yamas no es hacer nuestra vida más feliz en el sentido llano. Si no estar más en consonancia con lo que está sucediendo y así eliminar el sufrimiento ocasionado por nuestra acción inconsciente.

Estamos acostumbrados a actuar en relación a un resultado al que aspiramos con la cabeza, ignorando la parte de nuestro estado presente que no se ajusta a nuestros prejuicios. Eso hace que estemos fragmentados mental y energéticamente. Provocando una relación cacofónica entre nosotros y las situaciones.

Usando los Yamas como Fuerza Neutralizante entre el objetivo mental y nuestro estado presente, tenemos el punto de apoyo para lograr un nuevo resultado y salir de la cacofonía que nos encuentra en una insatisfacción recurrente. Aumentamos la fluidez con el stop que ocasionan los Yamas y esa receptividad hace que nuestras acciones se vuelvan más íntegras. 

Para una cultura basada en la acumulación y el esfuerzo, hablar de economía energética y fluidez con el entorno puede resultar un contrasentido. Pero no, se trata nada menos que de utilizar el factor femenino que contrapone y equilibra un estilo de acción unilateral y egocéntrica que hemos sostenido por milenios. 


Silvina Giannotta- Copyright 2011-2015

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