Es archiconocida, la actitud argentina de estar mirando siempre a Europa.
El argentino de clase media y clase media alta toma como modelo de aspiración la cultura y la organización que encuentra en mayor o menor medida en los países desarrollados. Como toda relación platónica, es ideal. Como toda relación platónica, es superficial.
Es muy común que haciendo algún trámite o utilizando algún servicio, alguien comente para quejarse (sí, una vez más y así revoleado al aire con cara de indignación): -¡esto en Europa no pasa!
Ahora ¿alguna vez nos hemos preguntado por qué en Europa no pasan estas cosas? ¿pagamos el precio nosotros para que no pasen estás cosas?
No me refiero sólo a dinero. El rosario de quejas que uno puede escuchar habitualmente en los medios de transporte de Buenos Aires, colas de bancos, andenes del subte, etc. mayormente no está acompañado de una denuncia formal ante el organismo que corresponda. No, si total para qué. Es como el chiste famoso del gato o del cricket, el argentino antes de hacer nada dice -¿sabés qué? ¡mejor metete el gato en el culo!
¿Y por qué digo ésto? Porque yo también formo parte de la personalidad nacional.
Tenemos la costumbre de quejarnos y aguantar, como si sólo el paso del tiempo fuera a hacer que algo cambiara. Tal vez creemos que somos Cenicienta y que precisamos de un hada madrina. Ella vendrá un día y nos preguntará: -Argentina ¿quieres asistir al baile del Palacio del Primer Mundo? O tal vez ya vino varias veces -en forma de hado o hada, lo mismo da- y siempre volvemos a convertirnos en calabazas.
Creer en cuentos de hadas, está bien para los niños. El amor idealizado, está bien para los adolescentes. Pero la paternidad, es para los adultos. Como argentinos aún no asumimos ser madres y padres de nuestros hijos. Y con nuestros hijos, me refiero a las generaciones venideras.
Nos falta lo que en yoga se denomina "Samtosa", confianza. Somos tan poco confiados en nuestro entorno, que ni siquiera nos animamos a elevar una queja ante un organismo. Somos tan desconfiados, que ni siquiera pensamos un país a largo plazo. Vivimos, como si todo fuera a explotar mañana.
Si vamos a ver, Europa superó dos guerras gigantescas y cruentas. Si reconstruir un continente luego del paso del nazismo no es confianza ¿qué es?
Cuando uno tiene confianza está votando por la vida, se está expandiendo, abriendo, dando y recibiendo. Cuando uno es desconfiando, tiene miedo, se cierra y todo tiende a degenerarse o morir.
¿Qué país queremos? ¿cómo queremos hacerlo crecer sin tener confianza? No hablo de una confianza ingenua, hablo de una confianza valiente y responsable.
Siempre podemos, desde nuestro lugar de ciudadanos actuar con verdadera confianza. Por una vez propongámonos no reaccionar como en el cuento del gato, si no tener la valentía de quejarnos ante quien corresponda y la responsabilidad de sostener nuestra opinión y sus consecuencias para que se haga cumplir la ley.
Si 30 millones o al menos 15 lo hicieran una vez, se produciría una acumulación de cambio.
Como decía Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.”
Silvina Giannotta- Copyright 2011-2015
Silvina Giannotta- Copyright 2011-2015
Estoy muy de acuerdo, Silvi. Yo agregaría que hay cosas -corrupción, burocracia, ineficiencia- que en los países desarrollados también pasan; que probablemente sea una cuestión de medida, o de proporciones. Pero los argentinos no somos tan originales ni siquiera en nuestros defectos; lo que tal vez seamos es superlativos en varios de ellos.
ResponderEliminarEs cierto que nos faltan confianza, pero me parece más grave que nos falte lo que llamo "sentido de la comunidad": no es sólo por las generaciones venideras, es por nosotros mismos, por el vecino, por el que viaja en colectivo a nuestro lado y necesita el asiento, etc.
Justamente, paseando por Europa, he visto tours de jubilados japoneses gastando traveller's checks a cuatro manos, y yo les calculaba la edad y decía "éste se acuerda de Hiroshima, ¿cómo es posible vivir en una misma encarnación la guerra, el hambre absoluta, la devastación total Y TAMBIÉN la posibilidad de hacer turismo caro al final del camino? No lo lograron en un año ni en diez, pero sí en el término de una vida humana, que sabemos que es breve por definición.
Creo que por ejemplo los japoneses fueron padres de sí mismos, también. Me parece que era Ouspensky el clasificaba a las personas en diferentes tipologías, de las cuales la superior era el "padre de familia", lo cual no implicaba necesariamente que hubiera formado una familia; pero lo que contaba era tener la capacidad para cumplir ese rol en diversos planos. Creo en definitiva que los argentinos deberíamos ser padres de nosotros mismos, como individuos y como comunidad, en el presente y proyectándonos en el tiempo.
Felicitaciones por tu blog.
Sí, Pau creo que confianza y sentido de la comunidad van de la mano. Exacto, todo depende de la dosis y eso puede cambiar totalmente el resultado.
ResponderEliminarAh! Lo de Gurdjieff es "amo de casa" que se refiere más o menos a lo que vos decís. Es decir: responsable con buen manejo del dinero.
Gracias por tu comentario.